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Cada 31 de mayo se celebra el Día Mundial sin Tabaco, una jornada en la que las autoridades y entidades sanitarias de todo el mundo, advierten de los peligros que tiene el tabaquismo para la salud propia y ajena. Hay miles de motivos para no empezar a fumar o para dejarlo si ya te has iniciado en este hábito nocivo. Y la visión no es ninguna excepción. Fumar perjudica tu salud visual… y mucho.

El humo del tabaco contiene miles de compuestos químicos y casi un centenar están catalogados como elementos cancerígenos. No obstante, aunque el cáncer de pulmón constituye la mayor alarma cuando se habla de tabaquismo, lo cierto es que el resto de ingredientes del tabaco también se asocian con un riesgo mucho mayor de sufrir otras enfermedades de tipo metabólico, cardiaco o pulmonar.

Finalmente, los agentes químicos que se le añaden a los cigarrillos no son los únicos culpables de sus riesgos. La mayoría de las sustancias derivadas de la combustión de las hojas del tabaco también son peligrosas para la salud, incluyendo la de nuestra visión. Es decir, el tabaco de liar, el de pipa, los puros… también son perjudiciales aunque vengan envueltos en un halo de naturalidad y libres de químicos.

Tabaco y degeneración macular

La Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) es una enfermedad degenerativa caracterizada por el daño progresivo que sufre la mácula, situada en la parte central de la retina encargada de la visión central y de la agudeza visual.

El resto de la retina se ocupa de la visión periférica, relacionada con la percepción visual de objetos grandes. Por su parte, la mácula resulta fundamental para apreciar el movimiento y los detalles más precisos. Por este motivo, es imprescindible para leer, ver la hora en un reloj de pulsera, reconocer los rostros de las personas que nos rodean, manejar monedas, distinguir colores y sus diferentes matices, diferenciar con nitidez objetos pequeños…

El principal factor de riesgo para sufrir DMAE es la edad, seguida de cerca por cierta predisposición genética. Estos factores son inevitables, pero eso no quiere decir que no hay nada que podamos hacer para reducir el riesgo de sufrir esta patología visual. Uno de los principales hábitos que podemos evitar para cuidar nuestra mácula es el tabaquismo.

El motivo no es otro que esta zona del ojo es una estructura muy delicada irrigada por capilares extraordinariamente finos.  De esta forma, es fácil deducir que cualquier hábito nocivo para la salud vascular general lo es también para esta zona del ojo, dado lo delicado de su red de vasos sanguíneos. El tabaco favorece la oxidación celular, endurece la pared vascular, constriñe los vasos sanguíneos y, en definitiva, tiene un efecto nefasto sobre todo el sistema circulatorio, un efecto negativo que se multiplica cuanto más frágil es el entramado de vasos sanguíneos, tal y como sucede en la mácula.

En cualquier caso, de lo que verdaderamente deben ser conscientes los fumadores es que el daño que la Degeneración Macular Asociada a la Edad es irreversible. Actualmente, existen tratamientos capaces de detener su evolución (en la forma húmeda), pero no de recuperar la visión que ya se ha perdido.

También deben tener en cuenta que la DMAE está catalogada como la principal causa de ceguera legal entre las personas mayores de 50 años en el mundo occidental y es una enfermedad cada vez mas frecuente debido al creciente envejecimiento de la población… pero también a la generalización de malos hábitos de vida relacionados con la obesidad, el consumo de alcohol, el tabaquismo y las deficiencias nutricionales.

De hecho, se trata de una enfermedad visual muy invalidante, ya que dificulta o impide la realización de tareas cotidianas como leer, conducir, relacionarse con su familia y amigos, manejar dinero, identificar objetos pequeños, apreciar los detalles, leer etiquetas…

«El tabaquismo es el factor de riesgo ambiental modificable más importante asociado a la Degeneración Macular Asociada a la Edad. Muchos estudios han demostrado que hay una mayor prevalencia de esta enfermedad, un aumento de la progresión y una peor respuesta al tratamiento en pacientes que son fumadores activos. Asimismo, los fumadores tienen un riesgo relativo 2,4 veces mayor que los no fumadores de sufrir esta enfermedad de la visión. En caso de que esos fumadores sean, además, portadores de algún riesgo genético, las probabilidades se disparan hasta 34 veces», argumenta el profesor José María Ruiz Moreno, director médico de Vissum.

Tabaco y retinopatía diabética

En la misma línea, fumar es uno de los factores de riesgo más importantes para el empeoramiento de la retinopatía diabética.

Esta patología es una consecuencia de la diabetes, una enfermedad metabólica que repercute negativamente en la salud vascular como consecuencia de la alteración de los vasos sanguíneos que irrigan la retina. Dichas alteraciones se traducen en que los pequeños capilares se vuelven mucho más frágiles e irregulares, causando hemorragias que pueden generar alteraciones visuales importantes.

Estas lesiones pueden ser de diferente consideración y algunas no necesitan tratamiento si se mantienen bajo control. El tabaco es uno de los factores que marca la diferencia entre una retinopatía diabética leve y controlada que no requiere intervención terapéutica y retinopatía diabética avanzada que tiene, además, un alto riesgo de complicaciones. La más frecuente es el edema macular diabético; una acumulación de líquido en la mácula que ocasiona pérdida de visión. Otra de las complicaciones que pueden aparecer en estos pacientes es la aparición de neovasos o vasos sanguíneos anormales, que pueden crecer y provocar un desprendimiento de retina o una hemorragia vítrea.

Tabaquismo y cataratas

Las cataratas están causadas por la pérdida de transparencia del cristalino, la lente natural del ojo. Su aparición y desarrollo repercuten en visión borrosa, en una especie de velo que hace ver todo en tonos ocres o amarillentos, percepción de los colores de manera menos nítida o menos intensa,

Aunque se trata de una patología ligada fundamentalmente al envejecimiento y, por tanto, inevitable si se van cumpliendo años, lo cierto es que hay hábitos que pueden favorecer la opacidad de esta lente de manera prematura. La exposición excesiva y prolongada al sol sin la protección adecuada es uno de estos factores. El hábito tabáquico es otro.

Las cataratas únicamente pueden solucionarse con cirugía. No hay gotas, tratamientos, ejercicios, lentes de contacto o gafas que puedan evitar las cataratas y mucho menos devolver la transparencia al cristalino. De esta forma, y aunque la cirugía de cataratas es cada vez más segura y satisfactoria, la idea no es pasar por quirófano a una edad a la que sería posible ver con normalidad.

Otros problemas visuales por fumar

Existen otros problemas visuales relacionados con el tabaco que, si bien no comprometen la visión de manera tan grave como la DMAE, la retinopatía diabética o las cataratas, también representan un claro aliciente para alejarse de los cigarrillos.

Uno de los más habituales es el ojo seco; un trastorno que se presenta cuando el ojo no es capaz de producir la suficiente cantidad de lágrimas para lubricar correctamente la superficie ocular. El ojo seco causa enrojecimiento, irritación, molestias y sensación de cuerpo extraño en el interior del ojo.

Por otro lado, el tabaco es uno de los principales causantes del envejecimiento de la piel debido a su efecto negativo sobre la oxidación celular y la producción de colágeno y elastina, elementos necesarios para la flexibilidad y firmeza de la piel. Esto unido a sus perjuicios sobre la oxigenación de los tejidos y el riego sanguíneo hace que aparezcan arrugas en la zona periorbital y bolsas debajo de los ojos. La solución a estos problemas puede parece puramente estética, aunque también tiene implicaciones visuales, sobre todo en el caso de que los párpados se caigan demasiado. En este caso, la blefaroplastia es la opción más indicada para solucionarlo, teniendo en cuenta que se lleve a cabo por parte de cirujanos oculoplásticos que respeten no solo la belleza del ojo, sino también su anatomía y funcionalidad.

Mil y un motivos para dejar de fumar

Por todos estos motivos y muchos más relacionados con la salud a todos los niveles, los especialistas insistimos en la necesidad de reforzar los mensajes encaminados a prevenir que los más jóvenes se inicien en este hábito nocivo y a favorecer que los que ha son fumadores sean conscientes de la importancia de dejarlo cuanto antes.

La Organización Mundial de la Salud y otras entidades sanitarias afirman, no obstante, que para lograr la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de recucir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles para el año 2030, habría que colocar el control del tabaquismo entre las prioridades para los gobiernos e instituciones de todo el mundo, algo que no parece bien encauzado hasta el momento.

Para ello, los países deben combatir esta epidemia al más alto nivel, lo que implica la formulación, aplicación, cumplimiento y seguimiento de las políticas de control del tabaco más eficaces destinadas a reducir la demanda de tabaco. Por su parte, las familias y la población deben tomar las medidas oportunas para promover su propia salud y la de los fumadores pasivos, prestando especial atención a la protección de los niños y a la educación de los adolescentes para evitar que empiecen a fumar.

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