Nuevos horizontes frente al glaucoma

El glaucoma comprende un conjunto de enfermedades que provocan un daño progresivo e irreversible del nervio óptico, el canal de conexión entre el ojo y el cerebro, un tándem indispensable para la función visual. La visión perdida por el glaucoma no se puede recuperar y, por eso, es tan importante detectar y tratar a tiempo la patología, controlando su evolución para evitar pérdidas severas de visión, pudiendo llegar, incluso, a la ceguera.

Gracias a una buena cultura preventiva y al amplio abanico terapéutico del que disponemos actualmente, las expectativas visuales de los pacientes con glaucoma han mejorado mucho y seguimos avanzando hacia nuevos horizontes.





Atención al glaucoma si…

¿Tienes más de 60 años?


¿Hay antecedentes de glaucoma en tu familia?


¿Te han detectado hipertensión ocular?


¿Tienes miopía o hipermetropía alta?

Frente a estos y otros factores de riesgo, es especialmente importante que te realices un chequeo oftalmológico anual, aunque no notes ninguna señal de alarma. De hecho, al glaucoma se le llama el “ladrón silencioso de la visión”.

  • La forma más común de la patología es el glaucoma primario de ángulo abierto.
  • También existe el glaucoma de ángulo cerrado, que puede provocar una subida brusca de la presión intraocular (ataque agudo de glaucoma).
  • Existe un tipo de glaucoma, el normotensivo, que se da con cifras de presión intraocular normales.
  • El glaucoma neovascular puede aparecer como complicación de una diabetes mal controlada.
  • El glaucoma congénito es una enfermedad minoritaria que afecta a 1 de cada 10.000 recién nacidos.

Diagnóstico del glaucoma

Como suele progresar de forma lenta y afecta inicialmente a la periferia del campo visual, el glaucoma pasa desapercibido para muchos pacientes en fases tempranas de la enfermedad y sólo se nota cuando la reducción del campo visual ya es muy evidente. De hecho, hasta un 50% de los pacientes con glaucoma desconocen que lo padecen.

Sin embargo, en consulta sí que disponemos de eficaces medios para detectar precozmente la enfermedad. Estas son algunas de las principales pruebas diagnósticas que realizamos para determinar de manera precisa el tipo de glaucoma y el grado de afectación:

Oftalmoscopía

Exploración del nervio óptico.

Tonometría

Toma de la presión intraocular para saber si hay hipertensión ocular.

Paquímetría

Medición del grosor de la córnea, que puede influir en la cifra de presión intraocular.

Gonioscopía

Estudio del ángulo que se forma entre el iris y la córnea para clasificar entre glaucoma de ángulo abierto o cerrado.

Campimetría

Estudio del campo visual para detectar la pérdida de visión periférica o central.

OCT (Tomografía de Coherencia Óptica)

Análisis de la capa de fibras nerviosas del nervio óptico y de la capa de células ganglionares de la retina, donde primero aparece el daño, antes incluso de que se manifieste a nivel visual.

Oftalmoscopía

Exploración del nervio óptico.

Tonometría

Toma de la presión intraocular para saber si hay hipertensión ocular.

Paquímetría

Medición del grosor de la córnea, que puede influir en la cifra de presión intraocular.

Gonioscopía

Estudio del ángulo que se forma entre el iris y la córnea para clasificar entre glaucoma de ángulo abierto o cerrado.

Campimetría

Estudio del campo visual para detectar la pérdida de visión periférica o central.

OCT (Tomografía de Coherencia Óptica)

Análisis de la capa de fibras nerviosas del nervio óptico y de la capa de células ganglionares de la retina, donde primero aparece el daño, antes incluso de que se manifieste a nivel visual.

Tratamientos no quirúrgicos

Existen distintos escalones terapéuticos para hacer frente al glaucoma. Actualmente, todas las opciones se orientan a controlar la presión intraocular, principal factor de riesgo sobre el que se puede incidir. Tu oftalmólogo te indicará cuál puede ser el tratamiento más eficaz y seguro para ti, teniendo en cuenta que el manejo individualizado de esta enfermedad crónica, con la que hay que aprender a convivir, es clave.


Las opciones no quirúrgicas se agrupan en:

Colirios hipotensores: gran variedad de medicamentos. En los últimos años se han desarrollado combinaciones de fármacos en un mismo colirio para reducir el número de gotas que deben aplicarse a diario. Es indispensable ser constante y no saltarse las dosis indicadas para lograr el efecto deseado y mantener a raya la enfermedad.

Tratamientos láser: se realizan en consulta de manera rápida y cómoda, y ese mismo día ya se puede hacer vida normal. Gracias a la innovación tecnológica, los láseres son cada vez menos agresivos y tienen una acción más selectiva, provocando el menor impacto en las estructuras oculares.

Dentro de las técnicas láser, las más comunes son:

  • Trabeculoplastia selectiva (SLT): para glaucomas de ángulo abierto.
  • Iridotomía láser YAG: para glaucomas de ángulo cerrado.

Tratamientos quirúrgicos

Cuando el tratamiento con colirios o con láser no es suficiente, o así lo recomienda el oftalmólogo, es momento de pasar a la cirugía del glaucoma. La experiencia de nuestros cirujanos nos permite ofrecerte la solución que necesitas, entre las cuales:

MIGS: las técnicas de cirugía mínimamente invasiva han supuesto una revolución para los pacientes con glaucoma y están experimentando un gran desarrollo. Indicadas para casos leves-moderados, ofrecen una alternativa a los colirios y retrasan en algunos casos la necesidad de recurrir a una cirugía clásica (con mayor efecto hipotensor, pero también con más complicaciones).

Cirugía filtrante: engloba procedimientos como la trabeculectomía o la esclerectomía profunda no perforante. Se conocen como técnicas “filtrantes” porque consisten en abrir una nueva vía de drenaje del humor acuoso (líquido que rellena el ojo) para bajar así la presión intraocular.

Dispositivos de drenaje: constan de un tubo, que se introduce en el interior del ojo, por donde drena el humor acuoso. Se reservan para casos severos, en los que ha fracasado o no es posible realizar una cirugía filtrante convencional.

¿Cómo es la cirugía y el posoperatorio?

Tras la cirugía de glaucoma (ambulatoria), la mayoría de los pacientes no necesita seguir utilizando colirios. Sin embargo, estar operado de glaucoma no significa estar “curado”, y deben mantenerse los controles periódicos para vigilar la evolución de la enfermedad.

El principal riesgo de la cirugía de glaucoma es que acabe perdiendo eficacia y, por tanto, la presión intraocular deje de estar controlada.

Tu oftalmólogo te detallará las pautas de tratamiento y seguimiento postoperatorio para tu caso en particular.

Al salir de quirófano, es normal que veas borroso y que el ojo esté enrojecido, dolorido o lloroso.

Tu graduación puede alterarse y quizás necesitas ajustar tus gafas en unas semanas.

Por lo general, recomendamos guardar reposo relativo y no realizar esfuerzos durante una semana, así como evitar ciertas actividades deportivas durante el primer mes.

El tratamiento postoperatorio a menudo incluye medicación antiinflamatoria y antibiótica, así como maniobras anticicatrizantes para prevenir que el nuevo sistema de filtración creado con la cirugía se cierre y deje de funcionar. También puede ocurrir lo contrario: que funcione en exceso y baje demasiado la presión intraocular, si bien las técnicas actuales reducen esta posibilidad.