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Síntomas

Puede asociarse a más de cincuenta dolencias oftalmológicas.
Unos buenos hábitos de higiene y salud ocular evitan muchos casos.
Asociado a dolor o pérdida de visión es un motivo de consulta oftalmológica urgente.

¿Qué es?

El ojo rojo es uno de los principales motivos de consulta de urgencias al oftalmólogo y, aunque muchas veces se atribuye a conjuntivitis (ya sea infecciosa o alérgica) no siempre es así. De hecho, hay más de cincuenta dolencias oculares que pueden dar este signo, por lo que es fundamental diagnosticar correctamente sus causas, de distinta severidad, para poder orientar el tratamiento.

Patologías asociadas

Además de asociarse a distintas enfermedades oculares, otras causas comunes de ojo rojo son las irritaciones o infecciones provocadas por un mal uso de las lentes de contacto o por productos cosméticos. Mucho menos frecuente es el ojo rojo debido al rechazo de un trasplante de córnea o a complicaciones de algunas intervenciones. En este sentido, es poco habitual un caso especialmente severo de enrojecimiento ocular: la endoftalmitis o infección de todo el ojo, que se presenta típicamente tras una cirugía intraocular (aunque el riesgo es muy bajo) y puede amenazar la integridad del ojo y la visión si no se trata a tiempo.

También requiere un tratamiento urgente para evitar una pérdida de visión irreversible un ataque de glaucoma agudo, que se debe a un aumento brusco de la presión intraocular y cursa con ojo rojo, pérdida de visión, náuseas, vómitos y cefalea.

¿Cómo afecta el ojo rojo?

El ojo rojo puede presentarse solo o ligado a otros síntomas o signos como legañas, dolor ocular o pérdida de visión. En cuanto a su aspecto, puede ser de color más o menos intenso, afectar a los vasos sanguíneos del ojo más superficiales, a los más profundos o a ambos, y extenderse por toda la parte blanca del ojo o localizarse en un sector concreto.

Algunos de los casos más llamativos de ojo rojo no son necesariamente los más graves. Por ejemplo, el hiposfagma o “derrame en el ojo” se produce por una hemorragia subconjuntival y suele alarmar mucho a los pacientes –ya que aparece de forma repentina como una mancha roja intensa más o menos grande–, pero no suele acompañarse de dolor ni pérdida de visión y no reviste gravedad ni suele requerir tratamiento oftalmológico. De todos modos, es conveniente consultarlo siempre con el oftalmólogo, especialmente si ya te ha ocurrido otras veces o tienes problemas de hipertensión o coagulación.

¿Cómo actuar si tienes ojo rojo?

Dado que el ojo rojo puede deberse a diversas dolencias, si eres paciente de alguna de ellas no te saltes el control periódico según las indicaciones de tu especialista y pide cita si notas un empeoramiento súbito.

Mientras que la aparición de otros signos y síntomas oculares puede esperar unos días o semanas, frente al ojo rojo –sobre todo cuando se acompaña de dolor o pérdida de visión– te recomendamos acudir de forma inmediata a un servicio de urgencias oftalmológicas, como los que disponemos en las clínicas Miranza.

Otras pautas generales para evitar el ojo rojo y sus complicaciones son:

  • Higiene diaria: lávate las manos frecuentemente con agua y jabón. Cambia a menudo las toallas con las que te secas la cara y procura no compartirlas. No olvides lavar tus ojos y pestañas cada mañana antes de ponerte en marcha (normalmente, es suficiente con agua y jabón neutro).
  • Lentes de contacto: no las manipules sin haberte lavado previamente las manos y no las lleves más horas de las recomendadas ni alargues su vida útil. Tampoco debes usarlas cuando te duches o te bañes en la playa o la piscina.
  • Evita tocarte mucho los ojos o frotártelos: se trata de un gesto cotidiano del que apenas nos damos cuenta, pero que los oftalmólogos desaconsejan porque puede desencadenar un ojo rojo y otras lesiones oculares.
  • Maquillaje: usa cosméticos de calidad, sobre todo si van a estar cerca de los ojos, y no los compartas para evitar infecciones e irritaciones oculares. Presta atención a la fecha de caducidad y no olvides desmaquillarte cada noche.
  • Gafas: si usas gafas, asegúrate de que estén bien graduadas y visita a tu optometrista en cuanto sospeches que pueden haberte aumentado las dioptrías. El enrojecimiento ocular es una señal de que quizás necesitas cristales nuevos. En cuanto a las gafas de sol, utiliza lentes homologadas según la actividad que vayas a realizar para evitar que el filtro solar no sea el adecuado.
  • Pantallas: en la medida de lo posible, limita el tiempo de exposición a las pantallas de dispositivos móviles. Si trabajas delante de un ordenador procura hacer descansos periódicamente y ten a mano lágrimas artificiales en caso de enrojecimiento ocular.

Climatización: los ambientes muy contaminados o demasiado secos contribuyen a que el ojo se ponga rojo. Es importante evitar que el aire acondicionado o el aire del ventilador te den directamente en la cara.