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Enfermedades de la vista

Conjuntivitis

Las conjuntivitis más contagiosas son las causadas por virus. 
En primavera aumentan las formas alérgicas.
Casos graves pueden dejar secuelas en la visión.

¿Qué es la conjuntivitis?

La conjuntivitis es una enfermedad ocular muy común, tanto en niños como en adultos, que se produce por la inflamación de la conjuntiva. 

Esta membrana fina y transparente, que recubre el interior de los párpados y la parte blanca del ojo, está  protegida por la lágrima, que diluye y ayuda a eliminar los gérmenes y agentes externos irritantes. Sin embargo, a veces, esta protección no es  suficiente y la conjuntiva se inflama, sus pequeños vasos sanguíneos se hacen más visibles y el ojo adquiere un aspecto rojizo.  

En la gran mayoría de los casos, la conjuntivitis no supone una amenaza grave para la salud visual, aunque algunas formas de la enfermedad pueden afectar de forma importante a la córnea y dejar secuelas en la visión.

Además de enrojecimiento ocular y exceso de lagrimeo, esta enfermedad ocular también va acompañada de escozor e incluso dolor ocular en algunos casos, así como hinchazón de los párpados, visión borrosa e hipersensibilidad a la luz (fotofobia). 

La presencia de legañas y secreciones mucosas es muy característica de las conjuntivitis infecciosas (víricas y bacterianas), mientras que las conjuntivitis alérgicas provocan, principalmente, picor.

Según los factores que causan la patología, hay diferentes tipos:

  • Vírica: causada por la infección de un virus, produce un cuadro inflamatorio que puede durar entre 1 y 4 semanas. Es extremadamente contagiosa (incluso 3 días antes de que se manifieste y unos 15-20 días después) y, por ello, los especialistas de Miranza te recomiendan ser muy cuidadoso con la higiene de manos y ojos y evitar compartir toallas, almohadas, productos de higiene o cosméticos. 
  • Bacteriana: es otra de las formas infecciosas de la enfermedad (aunque no es tan contagiosa como la  vírica) y, generalmente, suele remitir sobre los 7 – 10 días.
  • Alérgica: es especialmente frecuente en primavera y verano debido al polen, aunque también puedes padecerla todo el año si tienes alergia a sustancias como el polvo, el pelo de animales, etc. En la medida de lo posible, te aconsejamos evitar la exposición a los potenciales alérgenos de tu entorno como principal medida preventiva.
  • Irritativa: causada por el contacto con determinados productos químicos (cloro de piscinas, maquillajes, tabaco, contaminación…) que pueden irritarte el ojo.

El tratamiento debe estar supervisado por tu oftalmólogo y variará en función de la causa que haya desencadenado la enfermedad:

  • Vírica: medidas para aliviar los síntomas, mediante lavados con suero fisiológico y lágrimas artificiales. Además, en algunos casos también podemos prescribir antibióticos para evitar una posible sobreinfección bacteriana que agrave la situación o, si hay una  reacción inmune individual, corticoides tópicos.
  • Bacteriana: además de las medidas anteriores para paliar la sintomatología, es necesario un tratamiento con antibióticos tópicos durante una semana. Frente a cuadros severos que presentan una mala evolución a las 24-48 h de empezar a tomar la medicación antibiótica, es importante que acudas de forma urgente al especialista.
  • Alérgica: colirios antihistamínicos y corticoides. En muchos casos, recomendamos que consultes al especialista en alergias para identificar qué alérgeno te desencadena la conjuntivitis y asociar tratamientos sistémicos o incluso vacunas en casos específicos graves.
  • Irritativa: tratamiento con antiinflamatorios y/o lágrimas artificiales, además de medidas preventivas para evitar los posibles agentes irritantes.