Se implantan sin extraer el cristalino (la lente natural del ojo) para corregir la miopía, la hipermetropía y/o el astigmatismo en pacientes jóvenes en los que el cristalino funciona correctamente. Son una alternativa a la cirugía refractiva con técnicas láser.

¿Cuáles son las ventajas de las lentes intraoculares respecto al láser?

  • Corrigen altas graduaciones: están especialmente indicadas en personas con muchas dioptrías para quienes se desaconseja el uso de técnicas láser.

  • Mantienen la córnea intacta: a diferencia del láser, que moldea la córnea. Por ello son muy útiles en pacientes con córneas delgadas o irregulares.

  • Minimizan el ojo seco: al no alterar la estructura natural del ojo, la lubricación de la superficie ocular no se ve afectada tras la cirugía. Esto reduce las molestias postoperatorias y aporta mayor comodidad, sobre todo a pacientes con predisposición a sufrir sequedad ocular.

  • El procedimiento es reversible: estas lentes pueden ser reemplazadas o retiradas fácilmente si en algún momento lo requiere la evolución del paciente, pudiéndose “deshacer” la cirugía.

  • Aportan una excelente calidad visual: en muchos casos, superior a la que se obtiene con gafas, lentes de contacto u otros métodos. La corrección del defecto refractivo es muy precisa, ofreciendo una visión nítida, natural y sin fluctuaciones.

Hay que tener en cuenta que no existe una técnica mejor que otra, sino un procedimiento adecuado para cada paciente. Para determinarlo, en tu visita a nuestras clínicas te haremos todas las pruebas diagnósticas necesarias.

Sustituyen el cristalino cuando, por la edad u otros factores, éste pierde su capacidad de enfoque (dando lugar a la presbicia o “vista cansada”), así como su transparencia (desarrollándose una catarata). En ambos casos, la solución es la cirugía del cristalino con lentes intraoculares.

Dentro de este grupo de lentes, existen muchos modelos, que pueden agruparse en:

  • Ofrecen visión clara en un único punto focal, habitualmente de lejos.
  • Se siguen necesitando gafas para ver de cerca o a media distancia.
  • Son una evolución de las monofocales convencionales y, aunque tienen un solo foco principal, proporcionan una mejor visión intermedia.
  • No eliminan completamente la necesidad de gafas, pero la reducen.
  • Diseñadas para ver bien de lejos y a media distancia. Permiten una transición suave y continua entre los diferentes rangos de visión.
  • Solo requieren el apoyo puntual de gafas para leer la letra pequeña o realizar ciertas tareas que requieren precisión de cerca.
  • Reducen los efectos visuales no deseados en comparación con las versiones multifocales.
  • Engloban distintos tipos de lentes con varios puntos focales. Actualmente, las más utilizadas son las trifocales, que logran una visión nítida en todas las distancias.
  • Proporcionan la máxima independencia de gafas.
  • Pueden requerir un tiempo de adaptación para sentirse cómodo con ellas y algunas personas pueden experimentar ciertos efectos como visión distorsionada en la periferia o halos alrededor de las luces, sobre todo de noche.

Para lograr la mayor satisfacción y comodidad visual, es fundamental valorar cada caso de manera individualizada, según las características oculares, el estilo de vida y las prioridades de cada paciente.

Cualquier lente, tanto fáquica como pseudofáquica, tiene su variante tórica, es decir, para corregir el astigmatismo.

El astigmatismo puede darse solo o junto con cualquier otro defecto refractivo (miopía, hipermetropía o presbicia) y se produce cuando el globo ocular no tiene una forma esférica, como es habitual, sino ovalada.

Por este motivo, las lentes tóricas tienen dos curvaturas diferentes: una para corregir la visión en un meridiano del ojo y otra en el meridiano perpendicular. Esto hace que su posicionamiento en el ojo a la hora de implantarlas deba ser sumamente preciso.

Una vez implantadas, no requieren mantenimiento y están diseñadas para durar a largo plazo. Es decir, no “caducan” ni se “ desgastan”. En ocasiones excepcionales, las lentes intraoculares pueden opacificarse por distintos factores, lo que tiene solución en consulta sin necesidad de recurrir a una nueva cirugía.

Por otro lado, con el paso tiempo, el propio proceso de envejecimiento natural del ojo puede provocar cambios en la visión, lo que podría requerir un cambio de lente por la propia evolución del paciente. Por ejemplo, cuando aparece la presbicia o la catarata, si la persona llevaba una lente fáquica, ésta se quita sin problemas para poner una lente pseudofáquica.

La mayoría de los pacientes experimentan una mejora significativa en su visión dentro de las 24 a 48 horas después de la cirugía. Sin embargo, la recuperación visual completa puede tardar de una a dos semanas, lo que no impide poder volver a retomar la mayoría de las actividades cotidianas.


Durante estos primeros días, es importante seguir las indicaciones del oftalmólogo, como no frotarse los ojos, evitar realizar esfuerzos físicos intensos y, sobre todo, seguir la pauta de medicación y revisiones postoperatorias.