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El estrés y la ansiedad, derivados de un estilo de vida cada vez más acelerado, no solo afectan al estado emocional y mental, sino que también están dejando huella en la salud visual con un creciente volumen de problemas oculares que van desde fatiga visual y espasmos palpebrales hasta patologías más graves como la coriorretinopatía serosa central o pérdidas temporales de visión.

Según explica la Dra. Purificación Mera, especialista de Miranza Instituto Gómez-Ulla, “actualmente estamos sufriendo las consecuencias de una de las epidemias que está impactando con más fuerza en la salud y bienestar de nuestra visión como es la ansiedad y el estrés”.

Según los datos del último Informe Anual del Sistema Nacional de Salud, los trastornos más prevalentes entre la población española son los trastornos de ansiedad, del sueño y los depresivos, factores de riesgo, todos ellos, para la visión. Respecto a la ansiedad, afecta al 10% de la población general, el doble a las mujeres (14%) que a los hombres (7%) y también la padecen tres de cada cien menores de 25 años. Atendiendo a estas cifras, los especialistas de Miranza ponen el foco en la traslación que la ansiedad y el estrés tiene en los problemas de visión. De hecho, su incidencia es tan elevada que esta relación visión-estrés queda reflejada ya anualmente en el Barómetro de Bienestar Ocular que Miranza, a partir de una encuesta realizada a mil personas. Concretamente, en ambas ediciones del Barómetro más de la mitad de los encuestados reconocieron sufrir estrés o ansiedad fueron también uno de los colectivos que peor valoraron su estado ocular.

El estrés en la visión puede manifestarse en forma de tics en el párpado, conocido como espasmo palpebral. Se produce por una contracción involuntaria del músculo de Müller que es el encargado de elevarlo, siendo perceptible sólo para el paciente.

Asimismo, puede contribuir a la aparición o agravar una alteración que afecta a la retina conocida como coriorretinopatía serosa central. Se origina cuando se acumula líquido debajo de la retina, llegando a distorsionar la visión. En la mayoría de los casos, se trata de una patología temporal, pero es necesario tratarla a tiempo para evitar una pérdida de visión irreparable.

La fatiga ocular se refiere al cansancio que sufren los ojos como consecuencia del estrés o de un uso intenso de los mismos. Dolores de cabeza, visión borrosa y dificultades para leer suelen ser las principales molestias que suelen desaparecer al descansar la vista.

Por último, la amaurosis es una pérdida repentina y temporal de la visión. Se produce por disminuciones momentáneas de la circulación de la sangre en la retina y suele darse en personas con antecedentes familiares de esta enfermedad, pero también hay casos en los que aparece tras estar sometido a largos periodos de estrés.

“Para minimizar las posibilidades de desarrollar este tipo de problemas es necesario reducir el nivel de estrés. No obstante, si algunos de estos problemas de visión ya se han manifestado es recomendable acudir al oftalmólogo para realizar una revisión ocular completa y determinar si es necesario seguir algún tratamiento”, señala la Dra. Mera.

Las situaciones de estrés deben ser abordadas desde diversas disciplinas especialmente cuando son sostenidas en el tiempo para poder identificar sus causas y tratarlas correctamente. De lo contrario, sólo se estarían abordando sus síntomas lo que puede llegar a originar estrés crónico.

En lo que respeta al estrés ocular, existen algunas recomendaciones que pueden ayudar a reducir sus síntomas:   

  • Hacer descansos visuales para reducir la fatiga visual. Se recomienda aplicar la regla 20-20-20 que consiste en realizar descansos de 20 segundos, por cada 20 minutos de trabajo en visión cercana, mirando 20 pies a lo lejos (unos 6 metros aproximadamente). 
  • Tener una iluminación adecuada en el entorno de trabajo.
  • Mantener la pantalla del ordenador a una distancia adecuada. Se recomiendan unos 40 cm de separación aproximadamente.
  • Reducir el tiempo frente a dispositivos electrónicos.
  • Utilizar lágrimas artificiales para prevenir la sequedad ocular y aumentar la frecuencia de parpadeo.
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