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Los colirios forman parte de los tratamientos oculares más habituales en oftalmología. Estas soluciones, en apariencia sencillas, juegan un papel esencial en la prevención, alivio y tratamiento de múltiples problemas de la visión. En Miranza, su uso se adapta a las necesidades de cada paciente, teniendo en cuenta que no todos los colirios son iguales ni responden a las mismas indicaciones.

Los colirios son soluciones líquidas diseñadas para aplicarse directamente en el ojo en forma de gotas. Actúan de manera local sobre la superficie ocular o penetran en sus tejidos, permitiendo un efecto rápido y eficaz. Se utilizan tanto para hidratar y lubricar el ojo como para tratar afecciones específicas mediante medicamentos que se administran en esta forma.

Su formulación varía en función del objetivo: mientras algunos aportan alivio en casos de sequedad ocular, irritación o alergias, otros incluyen principios activos destinados a controlar enfermedades como el glaucoma, las infecciones o la inflamación ocular. Por ello, resulta fundamental distinguir entre colirios de uso común —como los lubricantes o lágrimas artificiales— y los que requieren prescripción médica, que deben aplicarse bajo supervisión especializada.

Tipos de colirio

Existen diferentes tipos de colirios según su función: los hidratantes o lubricantes, destinados a aliviar la sequedad y mejorar el confort ocular; los antiinflamatorios, empleados tras cirugías o en casos de inflamación; los antibióticos, que combaten infecciones oculares; o los específicos para patologías concretas, como los colirios para el glaucoma.

También se han desarrollado fórmulas innovadoras como el colirio PRGF, que utiliza factores de crecimiento derivados de la sangre del propio paciente, o los colirios elaborados para el ojo seco. Estas opciones avanzadas representan un paso más en la personalización del tratamiento ocular.

¿Cómo se aplica un colirio?

La aplicación de colirios debe hacerse con cuidado para garantizar su eficacia. El paciente debe inclinar ligeramente la cabeza hacia atrás, separar suavemente el párpado inferior y depositar la gota en el saco conjuntival, evitando que el frasco entre en contacto con el ojo o las pestañas.

Después de la instilación, conviene mantener el ojo cerrado unos segundos y presionar suavemente el lagrimal para evitar que el medicamento se drene hacia la nariz. En el caso de necesitar más de un colirio, se recomienda dejar pasar al menos 5 minutos entre una aplicación y otra.

Efectos adversos

Aunque en la mayoría de los casos los colirios son seguros, pueden producir efectos secundarios leves como escozor, lagrimeo o visión borrosa momentánea tras la aplicación. Algunos medicamentos pueden generar reacciones más específicas, como enrojecimiento o sequedad ocular, por lo que es importante seguir las indicaciones del especialista.

Recomendaciones de uso de los colirios

El uso de colirios debe adaptarse siempre a la patología y a las necesidades de cada paciente. No todos los colirios para los ojos cumplen la misma función: algunos son de venta libre, mientras que otros son colirios recetados que requieren control médico.

Se recomienda no prolongar su uso sin supervisión, conservarlos adecuadamente y respetar los plazos de caducidad una vez abiertos. En el caso de tratamientos prolongados, el monitoreo ocular regular es clave para asegurar la eficacia del colirio y prevenir posibles complicaciones.

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